miércoles

La Foz de Los Andamios

Ponga, foz de Los AndamiosEl  Parque Natural de Ponga está situado en la montaña centro-oriental de Asturias, entre el Parque Nacional de los Picos de Europa, al este, y el Parque Natural de Redes, al oeste.
Quien quiera conocer la riqueza paisajística de este entorno protegido cuenta con una amplia red de rutas senderistas que recorren su territorio. Bien es verdad que buen parte de ellas son de media y alta montaña. Hay, no obstante, algunas otras que resultan menos exigentes. De todas ellas, una de las más accesibles es la que, atravesando la hermosa foz de Los Andamios, nos conduce a la aldea de Viboli, situado a los pies del conocido Bosque de Peloño.


Características
  • Tipo: lineal (ida y vuelta)
  • Itinerario: Puente Agüera - Viboli - Puente Agüera
  • Dificultad: ▲▲▲▲▲
  • Señalización: no tiene pérdida
  • Sendero homologado: parte del PR AS-181
  • Desnivel: unos 400 metros
  • Distancia: algo más de ocho kilómetros
  • Duración: dos horas y cuarto

Situación y distancias


Distancias por carretera a San Juan de Beleño, capital del concejo de Ponga



Ponga, situación y distancias
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Cómo llegar al punto de partida

Ponga, Puente Agüera La ruta comienza en el lugar denominado Puente Agüera (conocido también como La Huera o Güera), situado en la carretera N-625 a unos veinte kilómetros de Cangas de Onís en dirección al Puerto del Pontón (ver mapa). Antes de llegar a nuestro destino, ya habremos tenido ocasión de deleitarnos con la majestuosa belleza del desfiladero de Los Beyos por el que discurre esta carretera, convertida en privilegiada vía de acceso a varias de las rutas que recorren estos parajes.


Pues bien, una vez estacionado el vehículo, tomaremos la estrecha carretera situada a la derecha del establecimiento hostelero. Allí encontraremos un cartel con información del concejo de Ponga y de algunos de los senderos que recorren su territorio.

Nuestro objetivo es Viboli y para llegar allí iniciamos un suave pero continuado ascenso por esta carretera apenas utilizada por los vehículos (en nuestro recorrido de ida y vuelta, tan sólo nos cruzamos con un coche y una motocicleta).

Ponga, foz de Los Andamios Ponga, foz de Los Andamios











Como se puede observar en las fotografías, hay tramos en los que no hubo más remedio que horadar la roca para que el camino fuera lo suficientemente ancho. Tras unos quince o veinte minutos nos encontramos con una bifurcación: a la derecha se abre un ramal que conduce a Casielles, puerta de acceso a sendas muy conocidas, como la del Cartero o la de Vibolines.

No tardando, el río Cándano, del que tan sólo conocíamos de su existencia por el ruido de sus aguas deseosas de encontrarse con el Sella, se hace presente.

Ponga, foz de Los Andamios, río Cándano

El Cándano, apenas dibujado entre las verticales peñas, recoge afanoso las aguas que las rocas vierten a su cauce por las alfombradas paredes verdes de las torrenteras.

Ponga, foz de Los Andamios Ponga, foz de Los Andamios











A medida que ganas altura, a tus espaldas va surgiendo la silueta de la carretera abriéndose camino entre las altas paredes del desfiladero.


Ponga, foz de Los Andamios Ponga, foz de Los Andamios











El río Cándano, las más de las veces a la derecha del sendero, adopta mil formas para adaptarse a las cambiantes formas de la pétrea horma: ruge, salta, serpentea... se remansa.


Ponga, foz de Los Andamios
El paisaje empieza a cambiar. En el borde del sendero, aparecen manchas cada vez más tupidas de hayedos. Entre verde y verde, a la derecha surgen, fugaces, algunas construcciones. Estamos llegado a Viboli, una aldea que a pesar de su reducido tamaño, está dividida en dos barrios (Viboli Alto y Viboli Bajo). En el de abajo viven habitualmente tres familias; en el de arriba, una sola persona. No obstante, parece que el pueblo se recupera pues se están haciendo obras para reparar algunas viviendas que, según nos dice, ha comprado gente de fuera de la región para pasar aquí algunas temporadas. No es de extrañar.


Ponga, foz de Los Andamios, Viboli Ponga, foz de Los Andamios, Viboli

Ponga, foz de Los Andamios, Viboli Ponga, foz de Los Andamios, Viboli



















Después de recorrer el pueblo y de hablar con algunos vecinos, iniciamos el descenso. A doscientos metros, un indicador nos informa que por allí el sendero continúa hacia Collado Llomena, punto final del PR AS-181. Son casi diez kilómetros más... y el regreso. Mejor en otra ocasión.


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jueves

Caminos de hierro verde

La frondosa vegetación oculta ansiados tesoros. Desde bien antiguo se viene horadando el verde manto vegetal  que cubre las tierras de Asturias ansiando encontrar los más variados  minerales. Ya en tiempos del Imperio romano se desmenuzaba la tierra de la comarca suroccidental  en busca de oro. Esquilmadas las tierras del Valledor y zonas limítrofes del preciado metal, habrá que esperar hasta el siglo XVI para tener noticias de nuevas explotaciones. Será entonces el carbón el que, en cantidades limitadas y con métodos bien rudimentarios, se comience a extraer de las oscuras capas paleozoicas.

Habrá que esperar casi dos siglos más, hasta que las mentes más preclaras de la región, empiecen a ocuparse de la riqueza, negra esperanza de una región aislada, que se oculta bajo pastizales y carbayedas.


Gaspar Melchor de Jovellanos sabe que el carbón está ahí y que su explotación racional podría estimular el crecimiento económico de la región. Pero nada se puede hacer mientras no exista una adecuada red de transportes. No hay más que fijarse en los  romanos: sabedores de que  el oro del suroccidente no valía nada sin vías de evacuación, se afanaron en construir y mantener una red de calzadas y caminos por las que pudiera ser transportado.

Don Gaspar no escatimó esfuerzos a la hora de plantear proyectos para mejorar las comunicaciones de la región: la prolongación del camino que unía Gijón con Oviedo hasta la ciudad de León; la apertura de un puerto en Leitariegos y otro en Ventaniella para unir las comarcas oriental y occidental  con las vecinas tierras leonesas; construcción de una carretera que uniera la cuenca  carbonífera del Nalón con el puerto de Gijón...

En 1842 será inaugurada la carretera carbonera, pero por entonces —treinta y un años después del fallecimiento de Jovellanos— ya había quien defendía que el carbón de la cuenca del Nalón no sería rentable a menos que se utilizará el ferrocarril para su transporte.

Para no perder el tren del futuro, capitalistas asturianos fundan en 1846 la Compañía del Ferrocarril de Langreo. Un año después, con la concesión de la línea en su poder, comienzan los trabajos de construcción del ferrocarril. En el verano de 1852 se inaugura el primer tramo; cuatro años más tarde Langreo y Gijón quedan comunicadas por la tercera línea de ferrocarriles que entraba en funcionamiento en la península ibérica, la primera con ancho internacional.

La entrada en servicio del Ferrocarril de Langreo, reaviva el interés de algunos consorcios nacionales e internacionales por este medio de comunicación. A finales de la década de los cincuenta se ponen en marcha diversos proyectos para comunicar el noroeste peninsular con la capital de España. Uno de los tramos de la red será el que habrá de unir Gijón con León. La línea se inicia en la provincia leonesa; en la parte asturiana las obras van mucho más lentas por las dificultades orográficas. El tramo Gijón-Pola de Lena entra en servicio en 1874; siete años más tarde la línea se prolonga hasta Puente de los Fierros. No será hasta el verano de 1884 cuando tenga lugar la solemne inauguración de la vía que une Puente de los Fierros con Busdongo.

Una vez que Asturias queda comunicada con la Meseta, los nuevos proyectos ferroviarios tienen como principal objetivo la comunicación de los puntos de producción con el centro de la región.  En 1883 se pone en marcha la línea Oviedo-Trubia con la finalidad de dar servicio a la Fábrica de Cañones y de acercar al centro  los carbones procedentes de Quirós y Teverga que no se quedaban en la propia fábrica. Un año después entra en funcionamiento la línea del Ferrocarril Minero de Quirós que unía Trubia con el concejo de Quirós.  El 1902 se inaugura un ramal que procedente de Entrago, en el concejo de Teverga, enlazará en Caranga con la vía ya existente.

El ferrocarril empieza a ser visto por los inversores como motor de progreso y fuente de beneficios. Si se consiguiera que por las nuevas líneas circulasen vagones llenos de viajeros...  Con este fin se crea en 1887 la Compañía de los Ferrocarriles Económicos de Asturias, un año después obtiene la concesión de la línea Oviedo-Infiesto, que entrará en funcionamiento en 1891. Sucesivas ampliaciones llevarán el ferrocarril a Arriondas (1903) y Llanes (1905). 

A finales del XIX se funda la Sociedad General de Ferrocarriles Vasco Asturiana para la construcción de un ferrocarril para transportar el carbón procedente de la cuenca del Caudal con destino al puerto de San Esteban de Pravia. En el año 1901, la compañía obtiene la concesión para construir y explotar dos líneas férreas: Oviedo-San Esteban de Pravia (inaugurada en 1904) y Fuso de la Reina-Ujo (1908), que en los años treinta se prolongará hasta Cabañaquinta (1934) y Collanzo (1935). A principios del siglo XX se constituye la sociedad Minas de Hierro y Ferrocarril de Carreño, que en 1905 pondrá en marcha un ferrocarril para transportar los minerales procedentes de las minas de Regueral y Piedeloro con el puerto de El Musel. Cinco años más tarde obtuvo la autorización para poner en marcha un servicio de viajeros.

Nos queda referirnos al ferrocarril Gijón-Ferrol, una línea relativamente reciente por más que los primeros proyectos daten de finales del XIX. Efectivamente, no será hasta el año 1953 cuando entre en funcionamiento el tramo Avilés-Pravia, que venía a dar continuidad al existente entre Gijón y la villa avilesina, explotado por el Ferrocarril de Carreño. A ellos habrá que añadir el que discurre entre Pravia y Luarca (inaugurado en 1962) y el que va de Luarca a Vegadeo (1972).

Las explotaciones mineras se agotan o se vuelven inviables económicamente. Las líneas de ferrocarril que se construyeron para transportar el mineral escondido en el fondo de la tierra, pierden su finalidad primigenia. Las hay que son recatadas del olvido. La caja por donde en otro tiempo las máquinas arrastraban vagones cargados de  riqueza se reconvierten ahora en senderos (verdes, se han dado en llamar) de entrada para todos aquellos que  quieren disfrutar de la belleza que se escondía en estos lugares. Surge así la Senda del Oso,  que discurre por el antiguo ferrocarril que unía Teverga y Quirós con Trubia,  la Senda verde de Oviedo a Fuso de la Reina, o parte del sendero que une Xivares con Candás

Algunas otras se han reconvertido, pasando a ser líneas de viajeros o tener un uso turístico. Tales son los casos de la que une Oviedo con Arriondas o la línea Gijón-Laviana, que en verano acogen las rutas Itinerario de Covadonga  e  Itinerario de la Biosfera



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Propuestas



Otros lugares de interés

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miércoles

Comer en Candamo: Sidreria La Caverna

Candamo, Grullos, sidrería La CavernaEn asuntos del comer, la voz de la calle tiene sus propias reglas. Hay una, no escrita, que viene a decir que  cuanto mayor sea la localidad, mayor será la oferta gastronómica que encontrará el visitante. O dicho de otra forma: que en Oviedo, Gijón, Avilés o Langreo hay más posibilidades de encontrar una buena casa de comidas que en un pequeño pueblo o en una remota aldea.

La experiencia dice, sin embargo, que las buenas están donde están, aunque, por aquello de las probabilidades, sean más numerosas en las villas y ciudades más pobladas, y que lo que importa es tener una buena información que te lleve a una casa de comidas que no te vaya a defraudar.

Tal es el caso de la que hoy os presentamos. Está en Grullos, una localidad con algo menos de doscientos habitantes que ostenta la capitalidad del concejo de Candamo.


logo casa de comidas


Sidrería La Caverna

Grullos, 42 (ver mapa)
Candamo
Teléfonos: 985 828 436



Con la imagen del exterior del local, no te haces una idea cabal de lo que te vas a encontrar dentro: un espacio acogedor donde todo se ha cuidado al milímetro con la intención de que el comensal se encuentre cómodo.

Candamo, Grullos, sidrería La Caverna
A la combinación de madera y piedra, se une el efecto salutífero de la parrilla, que nos recibe a pleno funcionamiento: olor a madera quemada, calor de hogar. 

Bien está para empezar. Vayamos ahora al asunto del condumio, que no es tema baladí en un establecimiento como este.

Queda dicho lo de la parrilla (Churrasco, Costillas, Pollo, Criollo, Matachana...), aunque sólo está disponible los fines de semana.

La carta resulta variada, aunque predominan las carnes sobre los pescados. En esta sección  el bacalao es la especie  más utilizada (al ajo arriero, a La Caverna, con pisto, a la crema de ajo), siendo el Cachopo de bacalao con pisto el más sugerente de todos. La de carnes, sabrosa: Pitu caleya, Jabalí guisado, Paletilla de lechazo al horno, Entrecot de buey, Escalopines al Cabrales... Con todo, quizás sea el Cachopo de ternera, elaborado con queso de Vidiago y jamón o cecina, el plato más apetitoso.

Quienes prefieran la opción de compartir varios platos tienen donde elegir. Veamos algunas muestras: Tortos de maíz con jamón ibérico, Sartén de setas, jamón y huevos, Ensalada de cecina con queso de cabra, Milhojas de verduras gratinadas con queso de Vidiago, Fritos de pixín, Revuelto de bacalao con verduritas...

Resta, por último, referirnos al Menú Especial Fin de Semana, alternativa mejorada del siempre acertado Menú del día. Como quiera que los platos que lo integran cambian de un día para otro, lo mejor es que os pongamos un ejemplo concreto.

Candamo, Grullos, sidrería La Caverna
Primer plato
Ensalada de cecina y queso de cabra,
Guisantes con jamón ibérico
Pote asturiano.

Segundo plato
Mero en salsa verde
Brochetas de ternera con patatas.

Postre
Tarta de la abuela,
Brazo gitano
Requesón con miel y nuez



Una última nota de interés:  no tienen problema alguno en ofrecerte una botella de buena sidra en lugar del vino (de Rioja, por cierto) o el agua que se incluyen en el Menú.


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lunes

Por la sierra del Monsacro

En el centro de Asturias se encuentran dos de las sierras cuyo nombre resuena en la mente de la mayoría de los aficionados a la montaña: Aramo y Monsacro (también llamado La Madalena). Si la primera cuenta con picos de mayor altitud (La Gamonal, 1712; Gamoniteiro, 1788), la segunda ofrece, con menores exigencias para el caminante, unas vistas espectaculares... y un cierto aire esotérico, no sólo por el hecho de que estas cumbres fueran desde antiguo lugares de culto a los dioses, sino también por las historias que hablan de tesoros escondidos por la zona. Por si ello fuera poco, en la sierra del Monsacro existen dos capillas medievales, una de las cuales, de planta octogonal y construida sobre un conjunto tumular megalítico, estaría relacionada con los templarios.
Razones no faltan, pues, para ascender hasta el Monsacro y visitar las famosas capillas.

 Características
  • Tipo: ascensión
  • Dificultad: ▲▲▲▲▲
  • Desnivel: 310 metros
  • Señalización: buena
  • Distancia: unos cinco kilómetros y medio (i/v)
  • Duración: alrededor de dos horas y media

Situación y distancias

Distancias por carretera a Santa Eulalia, capital del concejo de Morcín


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Cómo llegar al punto de partida
Varias son las rutas de acceso al Monsacro. Probablemente la más conocida sea la que asciende por su cara noreste partiendo de La Collá. Es el camino que utilizan tradicionalmente quienes acuden a la Fiesta de Santiago que se celebra cada 25 de julio en la Vega les Capilles. También se puede acceder desde Viapará. Nosotros os proponemos la ruta que asciende por el sur, desde  Los Llanos, localidad que dista unos diez kilómetros de la capital del concejo.  Desde Santa Eulalia, tomamos la N-630 en dirección a Mieres; a unos tres kilómetros nos desviamos hacia Riosa; al poco de cruzar La Foz encontramos a la derecha la carretera ascendente que nos llevará primero a Otura y luego a Los Llanos (ver mapa).





Dejamos el coche y, antes que nada, no podemos menos que pararnos a saborear con deleite los paisajes que contemplamos hacia el sur. Al fondo del valle, muy al fondo, La Foz.


Bueno, pues esto no ha hecho más que empezar. Consultamos el panel informativo de la ruta y comenzamos a ascender por una pista hormigonada. No hay pérdida: todo para arriba.
La ascendente ruta por la que caminamos, conocida como Camino del Cintu, se mejoró con motivo de la construcción de las torres de un antiestético e invasor tendido eléctrico para el cual debió de buscarse otra alternativa. Al poco de salir de Los Llanos encontramos una de estas torres que, según parece, no resulta escenario extraño para el ganado de la zona. No tardando, el camino avanza libre hacia el Collao de Entrepuertes.












Al sur, las crestas de las montañas se enseñorean del paisaje,  libre del tendido.

 
Arriba, la rapaz agita el cielo como si nada.


Al norte, al pie del camino, el tejo se abre paso entre la roca.

Y con éstas, congratulándonos de la tenaz resistencia que la Naturaleza exhibe ante las torpezas de los humanos, llegamos al Collao de Entrepuertes, puerta de paso a la vertiente norte de la sierra.

Tras un pequeño descenso, el bien marcado camino sigue ascendiendo, aunque ahora la pendiente es menos pronunciada.




Tras superar un último repecho, llegamos a la Vega de las Capillas o Mayáu les Capilles. Abajo, al fondo, la capilla de La Magdalena precedida de una pequeña laguna o charca artificial que los ganaderos de la zona construyeron, en sustitución de una natural que antaño había en el lugar.



Al acercarnos, la perspectiva cambia: la ermita queda por encima de nuestros ojos y tal pareciese que al otro lado estuviera el vacío. No hay tal, que lo que desde allí se contempla es una espléndida panorámica de la ciudad de Oviedo.


Volvemos sobre nuestros pasos para dirigirnos a la otra ermita, la de Santiago, que  está rodeada de mayor misterio. Para empezar, hay que referirse a su planta octogonal, una de las características que, según algunos autores, la situarían en la órbita de la Orden del Temple; otros, en cambio, creen que tal estructura tendría que ver con la construcción megalítica sobre la que se habría edificado.
En el lado sur, el opuesto a la portada con arco medio punto que vemos en la fotografía, hay un espacio excavado en la roca, la llamada «Cueva del ermitaño». En el cuerpo central se encuentra el denominado «Pozo de Santo Toribio», cuya localización coincidiría con el pozo dolménico.

Pues bien. Desde la ermita de Santiago a la cima del Cuitu Romiru (o pico Monsacro, según el cartel instalado en la cumbre en el año 2000 por el grupo de montaña El Civilu) hay que salvar un desnivel de algo menos de doscientos metros. No es grande el esfuerzo. De todas formas, quien quiera dar aquí por finalizada la excursión habrá disfrutado de toda la magia y el esplendor que atesoran estas montañas desde tiempo inmemorial. Antes de bajar, no está de más recordar el dicho popular: 

«Si vas a la Magdalena,
cuando vuelvas tráeme un cardo.
A ti te servirá de alivio
y a mi me das un regalo.»

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miércoles

Grado: villa y mercado

Homenaje a las vendedoras de GradoLa villa de Grado está asentada en una fértil vega, en las proximidades del lugar donde el río Cubia, que la cruza, vierte sus aguas al Nalón. Es también, y lo ha sido a lo largo de la historia, importante enclave en el entramado viario de la región, pues se encuentra en el cruce de dos de las rutas principales: la que por el interior se dirige hacia Galicia, y la de La Mesa, zona de paso hacia León.

Quizás sean estas dos señas de su identidad las que expliquen que la villa aún mantenga un marcado perfil agrícola, artesanal y comercial. Sus dos mercados semanales y sus ferias (La Primera Flor, que se celebra el domingo siguiente a la Pascua de la Resurrección, y la Segunda Flor, siete semanas después), cuentan con gran reputación en la región. No hay más que  acudir al mercado dominical  para darse cuenta que son muchos los asturianos que se desplazan hasta Grado para adquirir  sus reputados productos.

Si la artesanía, la repostería,  los quesos (es zona de producción de los de la denominación de origen Aguega´l pitu) o los afamados productos de su huerta no fueran aliciente suficiente, Grado ofrece al visitante un atractivo conjunto monumental, testimonio vivo de una parte de sus casi ochocientos años de existencia, por más que de la época medieval los restos sean muy escasos, apenas un tramo de la muralla, en las proximidades del Cubia.

Palacio Miranda-Valdecarzana

Grado, Palacio Miranda-Valdecarzana
El edificio que hoy contemplamos es una construcción de los siglos XVII y XVIII que vino a sustituir a una torre bajomedieval existente en el lugar. El palacio, rehabilitado a finales del siglo pasado, presenta planta rectangular con un patio central y cuatro torres, una en cada esquina.

Capilla de Nuestra Señora de Los Dolores

Grado, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores Grado, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores















A escasos metros de distancia del palacio, se alza esta bella capilla de estilo barroco. De planta rectangular y nave única, está construida con sillares  muy bien labrados de caliza  rosada. En la portada principal hay que destacar el frontón partido que se sitúa encima de un arco de medio punto. Si los tonos rojizos de los sillares configuran un exterior de gran colorido, el interior sorprende por la rica ornamentación que recubre sus paredes.

Grado, casa de Arias Miranda
Casa de Arias Miranda

Este edificio, conocido también como Casa de los Arcos, es el único que se conserva de los que, según se cree, circundarían la
plaza donde se celebra el mercado semanal.

Cuenta con tres plantas: las dos primeras, construidas con piedra caliza,  son obra del  siglo XVIII; la superior sería una ampliación del siglo XIX.

A destacar, los arcos de la planta baja y la distribución simétrica de la fachada, con un balcón de forja en el centro de la primera planta.



Casa de los Fernández de Miranda

Grado, casa de los Fernández de Miranda
En la misma plaza, nos encontramos, con este edificio de finales del XVIII cuya planta baja queda semioculta  a los ojos de los visitantes por los toldos de los puestos del mercado. Aunque conserva elementos propios del estilo barroco, podemos decir que se inspira en fuentes neoclásicas. La fachada se estructura horizontalmente por las líneas e imposta que separan los tres pisos; verticalmente,  por las pilastras que enmarcan las tres calles de vanos (puertas en la planta baja, balcones en las superiores) rematadas por los óculos situados encima de cada uno de los balcones.

Fuente de Arriba

Grado, Fuente de Arriba
Los ilustrados  pusieron en marcha diversas iniciativas tendentes a disminuir la distancia que separaba a España de las naciones más avanzadas. Algunas, como las que se tomaron en el campo de la agricultura, la industria o la instrucción, eran medidas con efectos a medio o largo plazo, otras, en cambio, tuvieron efectos más inmediatos. Tal es el caso de las que iban destinadas a mejorar los espacios públicos y  la higiene de  villas y ciudades.
A finales del XVIII se construye esta Fuente de Arriba. De estilo neoclásico, está construida con sillares y cuenta con tres caños.

Ayuntamiento

Grado, Ayuntamiento
De este edificio, construido a mediados del siglo XIX, destaca la torre que se alza en el ángulo derecho.  Originariamente tenía estructura de hierro y no será hasta las  reformas efectuadas en los años treinta del pasado siglo cuando adoptará una fisonomía similar a la que ahora contemplamos.

Grado, Casa del Rosal Grado, Casa Tejeiro



El catálogo de edificios singulares  es relativamente amplio. El paseante los encontrará a la vuelta de cualquiera de las esquinas del centro urbano. Algunos son fruto de remodelaciones, más o menos profundas, de edificaciones anteriores. Así el edificio conocido como la Casa del Rosal, que  fue reformado en los años treinta del pasado siglo elevando su altura en  un piso y construyendo una torre, en línea con la del contiguo Ayuntamiento,   o la  Casa Tejeiro,  situada en la plaza del General Ponte, cuyo aspecto actual es fruto de la reconstrucción efectuada tras la Guerra Civil del edificio original levantado en el año 1798.

Grado, Palacete de Juan Fernández Bao Grado, Casa de los Casares




Algunos de ellos fueron edificados a finales del siglo XIX o principios del XX por iniciativa de indianos enriquecido. Dos buenos ejemplos son el Palacete de Juan Fernández Bao, diseñado en 1890 por el arquitecto Juan Miguel de la Guardia y que muestra cierto aire francés, y la Casa palacete de los Casares, obra contemporánea de la anterior.

Grado, Villa Granda Grado, Casa de la familia Martínez


Grado, La Quintana Grado, El Calabión









No obstante, la mayor concentración de viviendas de indianos se localiza en la margen derecha de la carretera que cruza la villa en dirección a Galicia. Allí podemos encontrar  los que aparecen en las fotografías: Villa Granda (construida por iniciativa de Juan Granda, un emigrante a Cuba, en el último tercio del XIX, es un edificio de dos plantas, dividido horizontalmente por un tramo central de mayor altura), la Casa palacete de la familia Martínez, (otro indiano, Manuel Martínez García, encargó esta vivienda al arquitecto Juan Miguel de la Guardia, quien optó porque la parte central fuera, en este caso, más baja que las laterales ),  La Quintana (edificio de estilo ecléctico con dos torres laterales de tres pisos que enmarcan un tramo central de dos)  y  El Calabión (vivienda de estilo francés construida en 1887 con diseño de Juan Miguel de la Guardia para la familia González).

Grado, Palacete Velázquez
De todas las edificaciones que se encuentran en esta zona, quizás sea la conocida como El Capitolio la que mayor interés despierta. Fue mandado construir a finales del XIX por el indiano Manuel Velázquez (de ahí que el edificio también sea conocido como Palacete Velázquez). Rodeada de un extenso jardín, la vivienda cuenta con dos plantas, buhardilla y una torre rematada con cerámica vidriada.

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