De hecho, en cuanto tienes a la vista el puente que salva las aguas del río Nora la manzana ya reclama todo el protagonismo, bien en forma de plantaciones –las tradicionales con árboles de gran porte o las más modernas en eje vertical y por calles– o de llagares, donde con mucha ciencia y algo de paciencia pasa a convertirse en refrescante y sabrosa sidra.
Los llagares que encontramos en el camino atesoran el buen hacer de las gentes de la parroquia, que de producción de sidra saben bastante, no en vano llevan varios siglos haciéndolo (al menos desde mediados del siglo XVIII, según documentación acreditada) y contaron con formación y tecnología, pues aquí estuvo localizada la Estación Pomológica dependiente de la Dirección General de Agricultura del Ministerio de Fomento. Esta instalación experimental, inaugurada en 1911, se puso en marcha para satisfacer la demanda de los productores, interesados en conocer los últimos adelantos en materia de producción de manzana y fabricación de sidra.
Y todo ese saber se conserva aquí, en los llagares de la parroquia. Algunos (Viuda de Palacio, Juanín, Muñiz, Fanjul) los encuentra el visitante al borde de la carretera; los otros no quedan lejos (Quelo, en Fueyo; Llagar Fonciello, en Fonciello; y Choro, en Meres). En total son siete, lo cual no está nada mal para una población de unos mil habitantes.
Llegados a este punto conviene aclarar que, según el Nomenclátor Geográfico Nacional, la parroquia de Tiñana comprende las siguientes poblaciones: Fonciello, Fozana, Fueyo, Meres, San Juan del Obispo y Urbanización Palacio de Meres/Fontemera; también que, al decir de algunos organismos oficiales, no existe ningún lugar que reciba oficialmente el nombre de Tiñana, por más que la memoria colectiva (también los indicadores que se encuentran en la carretera), señalen con ese nombre a la zona situada en las inmediaciones de la iglesia parroquial.
Allí la carretera se ensancha conformando una especie de plaza. En dos de sus laterales se alzan sendos locales destinados a la hostelería que atesoran parte de la historia de la parroquia pues llevan varias décadas en pie. Uno de ellos desempeñó durante los años treinta del pasado siglo funciones de tienda-bar, de esas que tanto abundaban por la región y que servía tanto para taberna como para el abastecimiento de comestibles. Por entonces era conocida como La Casa de Cándida, en referencia a Cándida Arango Fanjul que la regentaba en aquellos años. Pasó luego a su prima Amor Villa Fanjul quien, junto a su marido José Cimadevilla, la convirtieron en la afamada casa de comidas conocida como Casa Pin el de Amor.
A la derecha del ensanche se encuentra el Campo de la iglesia, una zona arbolada en la cual se ubica la casa natal de Ramón Martínez Vigil, rector que fue de la Universidad de Manila (1868-1876) y obispo de Oviedo (1884-1904). A poca distancia se alza la parroquial de Santa María, cuya historia se remonta, al menos, a mediados del siglo IX, cuando Alfonso III la dona con todas sus dependencias a la catedral de Santiago. Bien es verdad que su aspecto ha sufrido más de un retoque y el que ahora contempla el visitante es producto de la última reconstrucción llevada a cabo tras haber sido destruida en la guerra civil. La nueva edificación, que conserva algunos elementos decorativos de la primitiva traza románica, fue inaugurada en 1942, aunque las obras se dieron por rematadas años más tarde, y nos muestra el aspecto de las iglesias rurales asturianas del siglo XVII: cuerpo rectangular, nave elevada, sacristía adosada, pórtico lateral con pequeñas arcadas y una bella portada abocinada con tres arquivoltas.
Si seguimos la carretera que bordea la iglesia por su lado meridional llegaremos a un desvío donde se encuentra El Llagarón, edificación centenaria puesta en pie en los inicios del siglo XX por José María Alonso para la producción industrial de sidra. Venía a sumarse a otros existentes por entonces: el de Cornelio Muñiz Vallina, en Fozana de Abajo, o el de Juan Palacio Fernández, situado en Fozana de Arriba y conocido como el de Juanín de doña Juana. Buena parte de los llagares actualmente en funcionamiento están regentados por sus descendientes habiendo contribuido en gran medida al prestigio alcanzado por la sidra producida en Tiñana.
El escenario rural de Tiñana, impregnado de manzana y de sidra, se encuentra salpicado de algunas casonas de buen porte, como las que podemos encontrar en las proximidades de El Llagaron. Otras más encontraremos a lo largo de nuestro paseo.
Si en la desviación continuamos en dirección a Fozana, llegaremos hasta la conocida como Casa Baiña, conjunto integrado por la casona (con balcones volados, escalera de piedra), la capilla y panera de ocho pegollos, cuya fecha de construcción data de 1890 como así consta en el grabado allí existente.
Claro está que si de casas de buen porte hablamos, no podemos dejar de mencionar el Palacio de Meres, solar originario de los Argüelles de Meres, linaje que habiendo tenido gran trascendencia en la vida de la parroquia a través de los siglos, también la tuvo en lo que a producción de sidra se refiere, pues consta que ya en el siglo XVIII Ramón Argüelles Quiñones, por entonces titular de la Casa de Meres, poseía un llagar para la producción industrial de sidra.
Dependiendo de la posibilidad de que esté abierto para la celebración de algún acto social, quizás tengamos ocasión a la bajada, camino de la glorieta, de visitar el palacio que, por ser de propiedad privada, no suele estar abierto al público. Sería la manera perfecta de culminar esta visita a uno de los lugares más emblemáticos de los que figuran en el mapa de la sidra asturiana.
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