Quizás sean estas dos señas de su identidad las que expliquen que la villa aún mantenga un marcado perfil agrícola, artesanal y comercial. Sus dos mercados semanales y sus ferias (La Primera Flor, que se celebra el domingo siguiente a la Pascua de la Resurrección, y la Segunda Flor, siete semanas después), cuentan con gran reputación en la región. No hay más que acudir al mercado dominical para darse cuenta que son muchos los asturianos que se desplazan hasta Grado para adquirir sus reputados productos.
Si la artesanía, la repostería, los quesos (es zona de producción de los de la denominación de origen Aguega´l pitu) o los afamados productos de su huerta no fueran aliciente suficiente, Grado ofrece al visitante un atractivo conjunto monumental, testimonio vivo de una parte de sus casi ochocientos años de existencia, por más que de la época medieval los restos sean muy escasos, apenas un tramo de la muralla, en las proximidades del Cubia.
Palacio Miranda-Valdecarzana
El edificio que hoy contemplamos es una construcción de los siglos XVII y XVIII que vino a sustituir a una torre bajomedieval existente en el lugar. El palacio, rehabilitado a finales del siglo pasado, presenta planta rectangular con un patio central y cuatro torres, una en cada esquina.
Capilla de Nuestra Señora de Los Dolores
A escasos metros de distancia del palacio, se alza esta bella capilla de estilo barroco. De planta rectangular y nave única, está construida con sillares muy bien labrados de caliza rosada. En la portada principal hay que destacar el frontón partido que se sitúa encima de un arco de medio punto. Si los tonos rojizos de los sillares configuran un exterior de gran colorido, el interior sorprende por la rica ornamentación que recubre sus paredes.
Casa de Arias Miranda
Este edificio, conocido también como Casa de los Arcos, es el único que se conserva de los que, según se cree, circundarían la
plaza donde se celebra el mercado semanal.
Cuenta con tres plantas: las dos primeras, construidas con piedra caliza, son obra del siglo XVIII; la superior sería una ampliación del siglo XIX.
A destacar, los arcos de la planta baja y la distribución simétrica de la fachada, con un balcón de forja en el centro de la primera planta.
Casa de los Fernández de Miranda
En la misma plaza, nos encontramos, con este edificio de finales del XVIII cuya planta baja queda semioculta a los ojos de los visitantes por los toldos de los puestos del mercado. Aunque conserva elementos propios del estilo barroco, podemos decir que se inspira en fuentes neoclásicas. La fachada se estructura horizontalmente por las líneas e imposta que separan los tres pisos; verticalmente, por las pilastras que enmarcan las tres calles de vanos (puertas en la planta baja, balcones en las superiores) rematadas por los óculos situados encima de cada uno de los balcones.
Fuente de Arriba
Los ilustrados pusieron en marcha diversas iniciativas tendentes a disminuir la distancia que separaba a España de las naciones más avanzadas. Algunas, como las que se tomaron en el campo de la agricultura, la industria o la instrucción, eran medidas con efectos a medio o largo plazo, otras, en cambio, tuvieron efectos más inmediatos. Tal es el caso de las que iban destinadas a mejorar los espacios públicos y la higiene de villas y ciudades.
A finales del XVIII se construye esta Fuente de Arriba. De estilo neoclásico, está construida con sillares y cuenta con tres caños.
Ayuntamiento
De este edificio, construido a mediados del siglo XIX, destaca la torre que se alza en el ángulo derecho. Originariamente tenía estructura de hierro y no será hasta las reformas efectuadas en los años treinta del pasado siglo cuando adoptará una fisonomía similar a la que ahora contemplamos.
El catálogo de edificios singulares es relativamente amplio. El paseante los encontrará a la vuelta de cualquiera de las esquinas del centro urbano. Algunos son fruto de remodelaciones, más o menos profundas, de edificaciones anteriores. Así el edificio conocido como la Casa del Rosal, que fue reformado en los años treinta del pasado siglo elevando su altura en un piso y construyendo una torre, en línea con la del contiguo Ayuntamiento, o la Casa Tejeiro, situada en la plaza del General Ponte, cuyo aspecto actual es fruto de la reconstrucción efectuada tras la Guerra Civil del edificio original levantado en el año 1798.
Algunos de ellos fueron edificados a finales del siglo XIX o principios del XX por iniciativa de indianos enriquecido. Dos buenos ejemplos son el Palacete de Juan Fernández Bao, diseñado en 1890 por el arquitecto Juan Miguel de la Guardia y que muestra cierto aire francés, y la Casa palacete de los Casares, obra contemporánea de la anterior.
No obstante, la mayor concentración de viviendas de indianos se localiza en la margen derecha de la carretera que cruza la villa en dirección a Galicia. Allí podemos encontrar los que aparecen en las fotografías: Villa Granda (construida por iniciativa de Juan Granda, un emigrante a Cuba, en el último tercio del XIX, es un edificio de dos plantas, dividido horizontalmente por un tramo central de mayor altura), la Casa palacete de la familia Martínez, (otro indiano, Manuel Martínez García, encargó esta vivienda al arquitecto Juan Miguel de la Guardia, quien optó porque la parte central fuera, en este caso, más baja que las laterales ), La Quintana (edificio de estilo ecléctico con dos torres laterales de tres pisos que enmarcan un tramo central de dos) y El Calabión (vivienda de estilo francés construida en 1887 con diseño de Juan Miguel de la Guardia para la familia González).
De todas las edificaciones que se encuentran en esta zona, quizás sea la conocida como El Capitolio la que mayor interés despierta. Fue mandado construir a finales del XIX por el indiano Manuel Velázquez (de ahí que el edificio también sea conocido como Palacete Velázquez). Rodeada de un extenso jardín, la vivienda cuenta con dos plantas, buhardilla y una torre rematada con cerámica vidriada.
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Propuestas
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¡¡Gracias por el bello retrato de mi tierra!!
ResponderEliminarSaludos