martes

Un museo al aire libre III: Esculturas en el parque de Isabel la Católica

Ni es el más grande, ni es el más céntrico, ni tiene la tradición que tienen otros parques urbanos, pero el de Isabel la Católica tiene unas peculiaridades que lo hacen único.
No será hasta los años cuarenta del pasado siglo cuando las autoridades municipales decidan convertir la zona denominada «Llamarga del Molinón» en el parque de Gijón, hasta hace bien poco el de mayor extensión de la ciudad. Se trata de una zona pantanosa en la que durante dos años se vertieron toneladas y toneladas de escombros. Como existieran zonas de costosa desecación, se decidió convertirlas en los estanques que hoy conocemos, un lugar de invernada para las aves acuáticas migratorias, razón por la cual el parque de Isabel la Católica se ha convertido en referente para quienes quieran observar de cerca las variadas especies de patos, ocas, gaviotas, yaguasas, fochas, cisnes, cormoranes, gansos o garzas que nos visitan. Pero bueno, de este tema ya nos ocuparemos en otra ocasión.

Son las esculturas, compañeras inmóviles de las aves acuáticas, lo que hoy nos ocupa, pues el parque se ha convertido en un una suerte de museo que aunque un tanto alejado —tanto desde el punto de vista geográfico como estético— de otros espacios escultóricos de la ciudad bien merece una detenida visita. He aquí algunas de las obras que albergan sus terrosas calles y sus mullidos parterres:


1. «Alegoría» (c. 1951)

Autor: Manuel Álvarez Laviada (Oviedo, 1892- Madrid, 1858)

Instalación en la actual ubicación: 2007

Material: Piedra

Instalada inicialmente en el edificio de la Seguridad Social situado en la plaza del Carmen, fue trasladada a su actual emplazamiento en el 2007.





2.
«Monumento a don Romualdo Alvargonzález Lanquine» (1954)

Autor: Gerardo Zaragoza (Cangas de Onís, 1902- Madrid, 1985)


Material: Piedra








3. «Desnudos»

Autor: Antonio de la Cruz Collado (Madrid, 1905- Pozuelo de Alarcón, 1962)


Material: Piedra

La obra es una reproducción realizada por el escultor Manuel Álvarez Agudo a finales de los años sesenta.






4. «Monumento a Isabel la Católica» (1965)

Autor: Marino Amaya (Astorga, 1928)


Material: Piedra





Toca al turno ahora a tres bustos de tres pintores gijoneses, obra de Manuel Álvarez Laviada (los de Piñole y Valle) y de su discípulo Manuel Álvarez Agudo (el de Álvarez Sala).











5. «Monumento a Nicanor Piñole» (1951)
Autor: Manuel Álvarez Laviada (Oviedo, 1892- Madrid, 1858)
Material: Bronce

6. «Monumento a Evaristo Valle» (1951)
Autor: Manuel Álvarez Laviada (Oviedo, 1892- Madrid, 1858)
Material: Bronce

7. «Monumento a Ventura Álvarez Sala» (1965)
Autor: Manuel Álvarez Agudo (Madrid, 1929)
Material: Piedra






8. «Maternidad» (1960)

Autor: Marino Amaya (Astorga, 1928)

Material: Piedra







9
. «Diana cazadora» (1929)

Autor: Manuel Álvarez Laviada (Oviedo, 1892- Madrid, 1858)

Material: Piedra

La obra es una reproducción realizada por el escultor Manuel Álvarez Agudo a finales de los años sesenta.





10. «Driadas» (1930)
Autor: Manuel Álvarez Laviada (Oviedo, 1892- Madrid, 1858)

Material: Piedra

La obra es una reproducción realizada por el escultor Manuel Álvarez Agudo a finales de los años sesenta.





11
. «Monumento a Fleming» (1955)

Autor: El monumento, obra de Luis Moya, alberga obras de Manuel Álvarez Laviada (Oviedo, 1892- Madrid, 1858), realizadas en bronce, piedra y granito.
























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Otras propuestas
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miércoles

CUIDAR LA SIDRA

Logo Sidra naturalHace unas semanas la Red, o al menos la parte de la Red que conecta Asturias con el resto del mundo, se vio un tanto agitada al conocerse algunas noticias que parecían poner en entredicho la historia, el arraigo y la importancia que la sidra tiene en esta región. Algunos se revolvieron inquietos al conocer una lista de lagares, supuestamente los diez mejores de España, en la cual no figuraba ninguno de los asturianos. Otros se lanzaron a los blogs y a los muros de Facebook para descargar su ira contra aquellos que osaban situar el origen de la sidra en otros lugares del territorio hispano. Lo de «La sidra no es asturiana» no tuvo un buen trago por aquí.

Es verdad que la manzana y la sidra son elementos de gran importancia en la tradicción asturiana, que los asturianos los consideran como parte de sus señas de identidad. Siendo esto así, parece que lo más recomendable es apostar por su futuro en vez de adorarlos como si fueran reliquias del pasado. Compartimos las palabras de José Antonio Fidalgo cuando afirma:
Portada del libro Sidra y manzana en Asturias
«¿Qué importa si la sidra tuvo sus orígenes acá o allá; si los sumerios ya la conocían; si los astures —según cita Estrabón— ya la consumían; o si en el siglo IV hay textos franceses que testimonian técnicas de elaboración»

Hay que mirar al futuro. Hay que cuidar la sidra de Asturias. Sólo hay un camino: la calidad; y unos instrumentos imprescindibles: el estudio, la innovación, el trabajo...

Como prueba no hay más que ver lo que se ha avanzado en poco tiempo: estudios por parte del SERIDA para determinar las variedades a utilizar en la elaboración de la sidra; probación de la Denominación de Origen Protegida «Sidra de Asturias», progresivo incremento del número de lagares y de cosecheros integrados en el Consejo Regulador (en la actualidad 25 lagares y 267 cosecheros)... Esto en lo que se refiere al pasado más cercano, pero la investigación en torno a la manzana y la sidra es asunto que preocupa a los asturianos desde hace mucho tiempo. Como prueba de ello, recogemos aquí —con autorización del autor, por supuesto— el artículo titulado «La estación pomológica de Tiñana» que fue publicado en el diario La Nueva España el 30 de mayo de 2006



La estación pomológica de Tiñana

Macrino Fernández Riera

Probablemente más de un lector habrá tenido que volver a releer el título de este artículo cuando, en la cotidiana tarea de hojear las páginas de este diario, sus ojos, avezados en la tarea de escudriñar titulares, se toparon con él. Y es que en esas cinco palabras parece que algo no encaja de forma adecuada. Una posible explicación de tal hecho sería la de que en la memoria colectiva de los asturianos, el centro de investigación sobre el cultivo de la manzana que con tal nombre estuvo en funcionamiento durante casi cuatro décadas, está ligado a Villaviciosa: «Estación pomológica de… Villaviciosa». Y ello es así porque a mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo, la Diputación provincial puso en marcha, en el seno de la granja-escuela que funcionaba en las proximidades de la capital maliaya, una estación experimental que con el nombre de «Estación pomológica» fue conocida desde 1956 hasta 1985, cuando, en función de las nuevas competencias recibidas por el Principado de Asturias en materia de experimentación agraria, la pomológica pasó a formar parte del Centro de Experimentación Agraria (CEA); posteriormente Instituto de Experimentación y Promoción Agraria (IEPA); más tarde Centro de Investigación Aplicada y Tecnología Agroalimentaria (CIATA) y, en la actualidad, Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (SERIDA).

Asturias, manzano en flor

En todos estos años, la pomológica asentada en el concejo de Villaviciosa se ha constituido en el referente al que han acudido todos los que se interesaban por la sidra, la manzana y sus productos derivados. Sus estudios sobre la mejora genética del manzano de sidra y la modernización del sistema productivo de la manzana, pueden ser considerados como los auténticos dinamizadores de la etapa expansiva que vive el sector desde finales de los años setenta. Poco a poco, los cosecheros y lagareros han ido incorporando en su actuación profesional las recomendaciones que desde la pomológica les hacían llegar: plantaciones en eje vertical, utilización de porta-injertos de vigor medio o reducido, control de la alternancia de cosechas, elección de aquellas variedades más apropiadas para la obtención de sidra natural…

Asturias, manzano

No obstante, esta instalación no fue la primera que en Asturias se dedicó a la tarea de mejorar la producción de manzana. Como queda dicho, varias décadas antes de que comenzase su exitosa andadura la estación de Villaviciosa, hubo otra que estuvo en funcionamiento durante un par de décadas en Tiñana, parroquia situada en el suroccidente del concejo de Siero que cuenta con antigua y acreditada tradición sidrera. Por el Catastro del Marqués de la Ensenada sabemos que a mediados del XVIII había en su territorio un lagar de sidra con carácter industrial, que pisaba 24 pipas «de dos en dos años que es el tiempo de fructificación de los manzanos», según se recogía en el oportuno registro; su dueño era don Diego Ramón Argüelles Quiñones, Señor de la Casa de Meres.

Siero, situación y distanciasPor lo que al presente se refiere, hemos de señalar que Tiñana, situada a una decena de kilómetros de Oviedo y con una intensa actividad industrial asentada en ambos márgenes de la antigua carretera de Santander, cuenta con poco más de mil habitantes repartidos en los núcleos tradicionales de Fonciello, Fozana, Fueyo, Meres y San Juan del Obispo; desde hace unos años, una urbanización construida en las cercanías del Palacio de Meres ha venido a incrementar el número de sus vecinos hasta alcanzar los 1038, según refieren los datos del año 2002. Si ponemos en relación este número de habitantes con el de llagares que están en funcionamiento, podemos deducir la gran importancia que la fabricación de sidra tiene en la comunidad, puesto que actualmente se encuentran en plena producción los siguientes: Viuda de Palacio (Fozana), Juanín (Fozana de Abajo), Sidra Fanjul (Fozana de Abajo), Sidra Muñiz (Fozana de Abajo), Sidra Choro (Meres) y Sidra Quelo (Fueyo). Seis llagares en una población de poco más de mil habitantes… Creo poder afirmar que estamos en presencia de la parroquia con la mayor densidad lagarera de Asturias.

Si, como hemos comentado, la producción industrial de sidra en Tiñana está documentada desde mediados del XVIII, son varias las referencias a esta actividad durante el siguiente siglo. Así sabemos de la existencia de otros dos lagares que estaban en funcionamiento durante la primera mitad del novecientos: uno en Fozana de Abajo y otro, «el lagar de Juanín de doña Juana», en Fozana de Arriba. De la segunda mitad del XIX datan alguno de los que actualmente siguen en pie; tal es el caso de Viuda de Palacio, que lo hace desde 1864, y Juanín, desde 1885. Con estos antecedentes, no cabe duda que la tradición sidrera de la parroquia, pues a estos llagares industriales habría que añadir otros de carácter familiar, fue un elemento de peso a la hora de plantearse la ubicación del centro de experimentación que se proyectaba crear.

Asturias, sidrería, decoración
La necesidad de mejorar la producción agraria fue una de las principales preocupaciones de los ilustrados españoles. Poner a funcionar racionalmente los campos y conseguir de ellos las producciones que se obtenían en los países más avanzados de Europa, constituyó uno de elementos de modernización que para España plantearon los gobiernos liberales durante el XIX. No obstante, el tema de la propiedad de la tierra ocupó buena parte de los esfuerzos realizados en esta materia. Antes que otra cosa, era preciso conseguir que la tierra dejara de estar vinculada a manos muertas, esto es, a aquellos que se conforman con percibir unas rentas de sus terrenos pues no pueden enajenarlas. Las energías de los gobernantes se consumen en el proceso de desamortización de la tierra. Será durante el último cuarto del siglo cuando se den los primeros pasos en el camino de la investigación agrícola.

Tras varios intentos fallidos de los gobiernos de la Restauración para poner en marcha diversas instalaciones de investigación agraria, a finales del siglo XIX la Dirección General de Agricultura del Ministerio de Fomento, dividirá el país en trece regiones agronómicas, cada una de las cuales tendría en su territorio, como mínimo, una Granja Experimental, una Estación de Agricultura General y una o varias Estaciones especiales. La extensión de la filoxera provocó que los esfuerzos gubernamentales se centraran por entonces en las estaciones enológicas, con lo cual el resto de especialidades tuvieron que esperar. Por lo que respecta a Asturias, será en 1910 cuando se cree una Estación de industrias derivadas de la leche en Nava, y, al año siguiente, la Estación Pomológica de Tiñana.

Gaceta de Madrid, creación pomológica de Tiñana Gaceta de Madrid, creación pomológica de Tiñana

Según la Real orden, publicada en la Gaceta de Madrid el 21 de julio, esta instalación experimental se ponía en marcha a petición de varios productores de sidra de la región, quienes, tomando como ejemplo el desarrollo que por entonces había alcanzado la producción de sidra en Normandía, esperaban que los trabajos de investigación que el centro efectuase, les pudieran facilitar los últimos adelantos en materia de producción de manzana y fabricación de sidra. Los informes del jefe de la Sección agronómica de Oviedo avalaban la petición resaltando «que sería de gran utilidad el crear el centro que se solicita para estudiar todos los problemas referentes al cultivo del manzano, influencia de abonos, enfermedades y medios de combatirlas, eficacia de los distintos procedimientos para cambiar la producción alterna en continua, clasificando las innumerables variedades que hoy existen para propagar las mejores, según los terrenos y climas, instalando a su vez una sidrería modelo para crear tipos fijos que siendo fáciles de conservar, permitan la exportación, dando con ello gran impulso a esta industria.»

Siero, Tiñana, El LlagarónLa Diputación y el Ayuntamiento de Siero, como entidades solicitantes, se comprometían a aportar una finca apropiada para la instalación de la Estación de Pomología. La Quinta de don Rodrigo Uría, una extensa propiedad situada a la orilla del camino denominado entonces «de Buenavista a Tiñana», fue la elegida. El ingeniero jefe de la Sección agronómica de Oviedo fue el encargado de elaborar el correspondiente proyecto. Estas labores iniciales debieron ocupar su tiempo, ya que hubo que esperar más de dos años para que se iniciase el proceso de contratación de personal. El 19 de noviembre de 1913 El Noroeste hace público un anuncio para proveer dos plazas en la Pomológica: una de capataz de cultivos y otra de guarda obrero. Para la primera, dotada con un sueldo anual de 1250 pesetas y la posibilidad de vivir en las instalaciones, se requiere ser mayor de 25 años; saber leer, escribir, las cuatro reglas de Aritmética y sistema métrico decimal; tener conocimiento de los cultivos propios de la región y en particular del cultivo del manzano y elaboración de sidra, lo que se acreditará mediante certificación que justifique a satisfacción del director del establecimiento los conocimientos expresados; ser de buena conducta y no tener antecedentes penales, lo que se acreditará mediante certificación de la Alcaldía y Juzgado correspondiente. Para la segunda, con haber anual de 1000 pesetas, las condiciones requeridas son las siguientes: ser mayor de 16 años, saber leer, escribir y las cuatro reglas de aritmética; ser de buena conducta y no tener antecedentes penales y ser de complexión sana y robusta y estar acostumbrado a las faenas del campo.

Para dirigir la instalación se nombra a un ingeniero agrónomo. Noticias tenemos de la identidad de quien ocupaba tal plaza en los años veinte, sin saber si fue el primero en esta función. Se trata de José Alonso de la Torre quien dejó publicado un trabajo de divulgación titulado Algunas enfermedades del manzano cuya edición está fechada en «Tiñana, 1923» y del cual se conservan, al menos, dos ejemplares; uno en la biblioteca del Archivo Histórico Provincial y otro en la del RIDEA

Hasta 1933, fecha en la que parece dejó de funcionar, la Estación Pomológica de Tiñana se dedicó a experimentar no solo en el apartado de las plantaciones de manzana, sino también, en el de sus derivados. Destaca en este aspecto la investigación en el ámbito de la producción de sidra refrescante baja en alcohol, destinada a ser embotellada en botellas de menor tamaño que la natural.
Siero, Tiñana, quinta de Rodrigo Uría
Con estos antecedentes, no es de extrañar que quienes recorran la carretera que asciende desde el Nora hasta el rellano cercano a la iglesia de Santa María de Tiñana, se impregnen de los aromas acidulados de los frutos de la Coloradona, Pericó, Raxao o De la Riega, especialmente si lo hacen desde mediados de octubre hasta finales de noviembre. Son muchos años de bien hacer en esto de la sidra. Por si estos mismos visitantes quieren conocer lo que en otro tiempo fuera la Estación Pomológica de Tiñana, desde este mismo lugar, desde las puertas de Casa Pin, deberán tomar la carretera que parte en dirección a Santa Marina. Al poco de comenzar la andadura, en la orilla izquierda del camino aparecerá la Quinta de Uría; una casona del siglo XIX con dos plantas, en la que destaca un magnifico corredor situado en su fachada sur y que está rodeada de una finca de más de 50000 metros cuadrados, en los cuales hace muchos años comenzó a sembrarse el prometedor presente de la industria de la sidra asturiana.



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viernes

Vega de Orandi

Cangas de Onís, Vega de OrandiLa ruta que hoy os proponemos está situada en el Parque Nacional de los Picos de Europa, de ahí que, además de la denominación asignada por la Federación de Montaña del Principado de Asturias (P.R. AS-224), también se la conozca como PR-PNPE- 6 Orandi. Nuestro objetivo es el reconfortante paraje de la Vega de Orandi, lugar donde el río Las Mestas decide desaparecer por una sima, canal oculto que conducirá sus aguas hasta la misma gruta de La Santina, donde, convertido ya en río Covadonga, se precipita al vacío en espectacular cascada.


Características
  • Tipo: circular
  • Dificultad: ▲▲▲▲
  • Señalización: buena
  • Distancia: 4.900 metros (más distancia hasta el vehículo).
  • Desnivel: de subida unos 150; de bajada, 450.
  • Duración aproximada: alrededor de dos horas y media (más el tiempo necesario para acceder al vehículo).

Situación y distancias

Distancias por carretera a Cangas de Onís, capital del concejo del mismo nombre



Cangas de Onís, situación y distancias
Pulsa en la imagen para aumenar su tamaño


Cómo llegar al punto de partida

Llegados a Covadonga (a unos once kilómetros de Cangas de Onís), tomamos la carretera que sube a Los Lagos hasta el lugar conocido como Los Boferos (en algunos paneles e indicadores figura como Moferos), donde encontraremos un panel que señala el inicio de la ruta. Ahora bien, los casi tres kilómetros que lo Cangas de Onís, ruta por la vega de Orandi, inicioseparan de la Basílica de Covadonga nos obligan a decidir previamente dónde dejaremos el vehículo pues, dependiendo de la opción tomada, al final, concluida la ruta propiamente dicha, tendremos que recorrer por carretera ascendente más o menos distancia. Si lo dejamos en las inmediaciones del Real Sitio, los casi tres kilómetros los subiremos al principio; si lo hacemos en la curva de Los Boferos, el comienzo será muy cómodo, pero, al final, tendremos que ascender para llegar hasta el coche. Una opción intermedia es la de dejarlo en el llamado Mirador de los Canónigos, situado en un punto casi intermedio. De esta forma el ascenso quedará repartido, una parte al inicio y otra al final.

Tomada la opción que hayamos considerado mejor y llegados a la curva de Los Boferos, la ruta se inicia por buen camino que sigue un ligero ascenso hasta alcanzar las cabañas de Bastañar. De ahí continuaremos hasta la majada de Les Llaceríes. Toca ahora ascender al Cueñe Les Porciles que, con sus más de 700 metros de altura es el punto más alto del recorrido.

Cangas de Onís, ruta vega de Orandi, cabañas de Bastañar Cangas de Onís, ruta vega de Orandi

Cangas de Onís, ruta vega de Orandi, vista de la Cordillera
Descendiendo por camino de pastores, llegaremos a un lugar donde nuestro sendero confluye con el G.R. 202 Ruta de la Reconquista (De Poncebos a Cosgaya). Proseguimos la bajada por una suave ladera hasta encontrarnos con las aguas del río Las Mestas, que ya no abandonaremos hasta alcanzar la Vega de Orandi, escenario idílico, uno de los muchos que se esconden entre los pliegues de la orografía asturiana, donde podremos disfrutar, a poco que el tiempo se muestre favorable, de la paz y la armonía que se respira en el lugar.

Cangas de Onís, ruta vega de Orandi, río Las Mestas

Cangas de Onís, vega de Orandi

A la altura de la Cueva de Orandi, lugar donde se oculta el río Las Mestas, tomaremos un buen camino, en ocasiones estrecho, nos conducirá entre centenarios árboles hasta las inmediaciones del Santuario.

Cangas de Onís, ruta vega de Orandi, zona boscosa en el monte Auseva

Cangas de Onís, ruta vega de Orandi, basílica de Covadonga

Una vez allí, sólo nos queda subir caminando hasta el lugar en donde hayamos dejado nuestro vehículo.

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lunes

Sidrería Casa Moisés

Nos parece evidente que la sidra vive en Asturias uno de sus mejores momentos. Los esfuerzos que durante los últimos años han venido realizando productores y lagareros han dado paso a un producto de alta calidad que goza del favor de un creciente número de consumidores, en especial de los jóvenes que cada vez con mayor frecuencia organizan sus reuniones gastronómicas en torno a la bebida regional.

Para que nada faltara, las sidrerías se han vuelto más acogedoras, bien porque se remozaran las instalaciones más antiguas o bien porque hayan aparecido otras nuevas de diseño más atractivo. Tal es el caso de la que hoy queremos recomendar a nuestros lectores.

Lo primero que llama la atención a quien visita por primera vez la Sidrería Casa Moisés es el agradable aspecto del local: amplio, moderno, funcional y luminoso; todo ello sin perder el tradicional y típico encanto de este tipo de establecimientos.


Sidrería Casa Moisés
Calle La Muralla, 4
Avilés
Teléfono: 985 526 000


Del mimo con que ha sido diseñado, habla bien a las claras los restos de muralla que se pueden contemplar tras los vidrios habilitados al efecto en el suelo de la planta baja, o el pozo de agua antiguo que se conserva para deleite de los visitantes.

¡Ah! Y este amplio local, con capacidad para doscientas cincuentas personas distribuidas en varios comedores, está situado en una pleno centro de Avilés.

Toca ya hablar del motivo principal que nos ha traído a este sugerente escenario. Empecemos advirtiendo que en Casa Moisés nos ofrecen un Menú del día para los días de diario (8 euros) y otro para los domingos y festivos (18 euros). Si no nos satisface esta opción, podemos optar por la variada carta de pescados, en la que destacan las diferentes variedades de merluza, en especial la Merluza a la Avilesina; o la de carnes, donde encontraremos un sugerente Entrecot de ternera culón gratinado al queso Cabrales con manzana. También disponemos de la posibilidad de prepararnos nuestro propio menú degustación compartiendo varias raciones, de amplitud más bien generosa, que nos suministra la cuidada cocina de la casa: Chipirones fritos o guisados, Parrochas o Bocartes con jamón, Pitu al ajillo, Calamares en su tinta con arroz blanco o un Pastel de pescado de roca.
Para terminar, debemos hacer una mención especial a la sidra. En Casa Moisés se cuida el producto ofreciendo varios palos de esmerada calidad. En nuestro caso: Prau Monga, una excelente sidra de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias, elaborada por Viuda de Angelón de Nava.

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OTROS ENLACES REFERIDOS A GASTRONOMÍA


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