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La Rectoral de Taramundi: los orígenes del turismo rural

Taramundi, La Rectoral, fachada acristalada A pesar de la existencia de alguna iniciativa anterior, no será hasta los primeros años ochenta del pasado siglo cuando se inicie el desarrollo de lo que hoy conocemos como turismo rural. Cierto es que en 1968 se puso en marcha el Programa de Vacaciones en Casas de Labranza, pero, según parece, los resultados no fueron los esperados.

En 1984 se quiso dar un nuevo impulso al sector, abriendo una línea de ayudas destinadas a la puesta en marcha de Proyectos de Oferta Conjunta de Alojamientos y Animación Turística. El presentado por la sociedad Desarrollo Integral de Taramundi (DITASA) fue uno de los tres que aquel año obtuvo el apoyo económico de la Secretaría General de Turismo.

Taramundi, La Rectoral, fachada sur
El Ayuntamiento de Taramundi llevaba un tiempo buscando alternativas para evitar la despoblación del concejo, para evitar que la gente joven  se fuera del lugar donde había nacido. En ese empeño hay que inscribir el convenio firmado en 1983 con el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para la elaboración de un plan para la conservación y el desarrollo de los recursos turísticos de Taramundi. La conclusión más novedosa del informe planteaba la constitución de un núcleo de turismo rural de calidad. Y a ello se pusieron los integrantes del consistorio.

Vista de Taramundi desde La Rectoral

Poco a poco, más gente se fue involucrando en este proyecto a través de reuniones con empresarios y vecinos. Reclamaron apoyo al Gobierno del Principado y constituyeron DITASA. Ya había un proyecto. La subvención obtenida de la Dirección General de Turismo permitió ponerlo en marcha.
logo Asturias Paraíso Natural
La rehabilitación de la antigua Casa Rectoral de Taramundi para convertirla en un hotel de lujo constituía  el reto más arriesgado. Ahora se puede afirmar que la apuesta resultó todo un acierto. Aquel edificio del siglo XVIII, de piedra y pizarra, convertido desde entonces en La Rectoral, se erigió en el estandarte de todo el proyecto. A Taramundi, una pequeña localidad del occidente asturiano, se la empezó a asociar con el turismo rural de calidad. A partir de ahí un nuevo modelo de turismo, que poco tenía que ver con el de sol y playa, se empezó a abrir camino con gran fuerza. Paisaje, naturaleza, gastronomía, etnografía, cultura... eran las claves. Asturias reunía todos esos ingredientes. Fue entonces cuando surgió el afortunado logo que tan bien lo reflejaba: Asturias, paraíso natural.


Taramundi, La Rectoral, recepción Taramundi, La Rectoral, pasillo

La rehabilitación de la antigua casa rectoral respetó, mejor aún, resaltó sus elementos más distintivos: pizarra, madera, piedra y luz.

Taramundi, La Rectoral, sala Taramundi, La Rectoral, chimenea

Transcurridos ya más de veinticinco años desde que la antigua casa sacerdotal se convirtiera en tan distinguida residencia, La Rectoral conserva todo el encanto de sus inicios. Tanto el salón, situado en el piso inferior, como la biblioteca, en el superior, continúan atrayendo con su cautivadora y confortable llamada.

Taramundi, La Rectoral, habitación Taramundi, La Rectoral, habitación 2

Las  habitaciones de La Rectoral (las del piso superior con galería, las de la planta baja con terraza) permiten disfrutar de unas excepcionales vistas del alomado verde que envuelve Taramundi.

Taramundi, vista de la torre de la iglesia desde La Rectoral

Taramundi, La Rectoral, habitación, vistas Taramundi, La Rectoral, habitación, vistas 2


La Rectoral es, pues, una magnífica referencia para quienes quieran conocer mejor esta zona del occidente montañoso de Asturias, que hasta no hace tanto tiempo estuvo mucho más alejada de lo que ahora está. El visitante  no sólo puede recorrer senderos, homologados y bien señalizados, que le mostrarán buena parte del territorio (el que lleva al alto del Ouroso o la Ruta de los molinos, por ejemplo), sino que también podrá conocer de primera mano cómo se las ingeniaron los habitantes del lugar para el mejor aprovechamiento del agua. En el núcleo de Os Teixois, situado a unos cinco kilómetros de distancia, se encuentra el que está considerado como mejor conjunto etnográfico de Asturias. El visitante puede ver en funcionamiento un batán, un mazo, una fragua, un molino, una central eléctrica... todo ello movido con la única fuerza del agua.

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