Será Joaquín Manzanares quien en 1954, tras un detallado estudio de las ruinas en que se había convertido la iglesia tras el incendio sufrido en agosto de 1936, llegue a la conclusión de que aquel era el edificio, la iglesia que Alfonso III había donado a la mitra ovetense en los primeros años del siglo IX.
La iglesia, cuya reconstrucción se llevó a cabo a finales de la década de los cincuenta del pasado siglo, se encuentra en Bendones (ver mapa), parroquia ovetense situada a unos seis kilómetros de la capital, en una desviación de la carretera que la comunica con la localidad de Tudela Veguín.
La reconstruida Santa María de Bendones tiene una sola nave, con tres capillas en la cabecera, siendo la central la única con constancia cierta de contar con bóveda de cañón por cubierta.
A los pies presenta otros tres recintos: el central con función de pórtico y los laterales, presentes también en otras iglesias de la época, presumiblemente para alojamiento de peregrinos. Al norte y sur de la nave y comunicadas con ésta, se adosan dos nuevas estancias que, presumiblemente, tendrían función de sacristías.
En cuanto a la cubierta, parece ser que, con la salvedad de la capilla central y quizás también las laterales, era de madera, de ahí que no quedara rastro tras el incendio del treinta y seis.
En las labores de reconstrucción, se incluyó encima de la capilla central una estancia sin acceso directo, presente en San Julián de los Prados, San Tirso y otros edificios de la época, habida cuenta de la aparición de buena parte de los restos de una ventana con tres huecos separados por columnillas (ventana trífora).
Señalar por último que, tal y como se puede observar en las fotografías, los arcos que se conservan son de medio punto y realizados con ladrillo, lo cual era habitual en las construcciones de la época de Alfonso II, una prueba más para quienes defienden su inclusión entre los edificios erigidos por el citado rey de la monarquía asturiana.
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