¡Qué le vamos a hacer! Para nosotros «hacer la senda fluvial del río Piles» significa disfrutar del camino de ida por la mañana, comer en la Bodega Vieya (La Camocha), reposar la comida y hacer el camino de vuelta por la tarde. Tan sólo hay que tener una precaución: llamar antes de salir de casa para reservar mesa.
En esta casa de comidas podrás encontrar platos tradicionales elaborados con esmero y a precios razonables. El descanso ideal tras una buena caminata.
Para empezar, la terraza. Vienes de caminar una hora y media y ahí tienes unas mesas, con sus sillas, a la sombra de un toldo...¡una botella de sidra, por favor!. Si te encuentras a gusto, pregúntale al camarero si puedes comer ahí. Si prefieres el interior, tienen un comedor en la parte de atrás para los que no quieran comer en el bar. La verdad es que el local no es nada del otro mundo, pero la comida es abundante (abstenerse los de la espuma de aire a los vahos del eneldo) y de sabor tradicional.
A la hora de elegir siempre resulta recomendable el menú del día. El de los sábados y domingos es especial, con dos primeros, dos segundos, dos terceros y varios postres. Un ejemplo: sopa o ensalada; salpicón de marisco o fabada; bacalao con tomate o ternera asada. Y luego los postres: tarta de queso, tarta de orujo, tarta de... y ¡la tarta de la abuela!, la de toda la vida, con sus galletas, su flanín y su chocolate.
Si no te satisface lo que te proponen de menú, siempre puedes optar por algunos de los platos más recomendables de la casa: la fabada, el cachopo, los tortos con picadillo, el pote..., sin olvidarnos de las especialidades a la estaca, tanto el cochinillo como el cordero.
Bueno, tranquilidad y buena sobremesa, porque todavía queda la caminata de vuelta.
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