Cocina casera y tradicional, raciones abundantes, trato familiar, alguna que otra afamada receta como el Arroz con bugre, la Caldereta, los platos de cuchara... Luego está lo de los postres, que es asunto que sorprende a los visitantes primerizos y que ya comentaremos convenientemente. Eso sí, como bien se puede observar en la fotografía contigua, lo de «chigre asturianu de toda la vida» también se nota en el aspecto: parece que el tiempo se haya parado en los años sesenta del pasado siglo.
Compartir espacio con quienes se acodan en la barra conversando entre sorbo y sorbo, entre culín y culín, es una de las opciones. Pasar al comedor contiguo, la otra.
La carta es amplia, quizás demasiado. Optamos por el menú del día. De primero Pote asturiano o Champiñones con jamón. De segundo Codillo o Fritos de pescado. Las fotografías dan cuenta de nuestra elección que, en este caso, fue coincidente.
Tampoco hubo discordancia en cuanto a los postres. Claro está que en este caso lo contrario hubiese sido bien difícil pues, tal y como es costumbre en la casa, ni te preguntan.
Te van poniendo encima de la mesa arroz con leche, flan, manzanas asadas, pudin, natillas... tal como salen de la cocina, para que te sirvas lo que gustes y en la cantidad que desees.
Bueno, bueno. Otra forma de comer, no cabe duda alguna. Tú decides.
Nota. Según nuestras noticias la historia de El Cubano parece que ha tomado nuevos rumbos. Nano Fernández, tras más de cincuenta años escanciando sidra (diez como empleado y el resto regentando esta casa de comidas), lo deja, se retira.
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