Es entonces cuando a uno se le viene a la memoria Casa Segundo, pues tiene todo lo necesario: cercanía, buena situación, unas mesas situadas en plena pomarada, sugerentes platos para compartir y sidra natural de elaboración propia.
Casa Segundo
Aunque la casa cuenta con un comedor que suelen llenar los incondicionales del lugar, esos que allí acuden en invierno y en verano a degustar alguno de los platos de su reducida pero contrastada carta: la afamada Fabada, el Cordero guisado, los Callos, el Filete de hígado de ternera al ajillo o la Carne guisada, nosotros preferimos la parte de atrás.
Detrás del edificio está la pomarada, los manzanos de los que se nutren para elaborar su sidra. Y allí se encuentra el merendero con sus mesas de obra o de madera ancladas en el verde prado: escenario perfecto para que el disfrute sea completo.
Una vez acomodados, es hora de decidir qué comer. No puede faltar la tortilla de patata, si es que no estamos en fin de semana, pues ni el sábado ni el domingo la preparan; tampoco las croquetas, crujientes por fuera y cremosas por dentro, con tropiezos de jamón; ni los calamares fritos.
¡Ah! El poder evocador de las imágenes. Vemos las fotografías y evocamos las sensaciones. Es como disfrutar dos veces: entonces, cuando las paladeamos a la sombra de un manzano, y ahora que las estamos viendo.
Volviendo a la lista, podemos continuar con una ración de Anchoas con queso y pimientos o Chorizo a la sidra (uno, como aparece en la fotografía, o más de uno). Ni que decir tiene que nada nos impide aventurarnos con otros platos que se pudieran considerar más apropiados para el comedor, como la Carne guisada o el Jamón asado.
Bueno, con la lista preparada lo que toca ahora es acercarnos hasta el mostrador y realizar el encargo, pues, por si alguien no lo sabe todavía, el sistema que rige en los merenderos es el de autoservicio. Así que encargamos nuestra comida y poco tiempo después, algo así como diez minutos, regresamos y nos la llevamos en una bandeja a nuestra mesa, sin olvidarnos de llevar alguna que otra botella de Sidra Segundo, la de la casa.
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OTROS ENLACES REFERIDOS A GASTRONOMÍA
Detrás del edificio está la pomarada, los manzanos de los que se nutren para elaborar su sidra. Y allí se encuentra el merendero con sus mesas de obra o de madera ancladas en el verde prado: escenario perfecto para que el disfrute sea completo.
Una vez acomodados, es hora de decidir qué comer. No puede faltar la tortilla de patata, si es que no estamos en fin de semana, pues ni el sábado ni el domingo la preparan; tampoco las croquetas, crujientes por fuera y cremosas por dentro, con tropiezos de jamón; ni los calamares fritos.
¡Ah! El poder evocador de las imágenes. Vemos las fotografías y evocamos las sensaciones. Es como disfrutar dos veces: entonces, cuando las paladeamos a la sombra de un manzano, y ahora que las estamos viendo.
Volviendo a la lista, podemos continuar con una ración de Anchoas con queso y pimientos o Chorizo a la sidra (uno, como aparece en la fotografía, o más de uno). Ni que decir tiene que nada nos impide aventurarnos con otros platos que se pudieran considerar más apropiados para el comedor, como la Carne guisada o el Jamón asado.
Bueno, con la lista preparada lo que toca ahora es acercarnos hasta el mostrador y realizar el encargo, pues, por si alguien no lo sabe todavía, el sistema que rige en los merenderos es el de autoservicio. Así que encargamos nuestra comida y poco tiempo después, algo así como diez minutos, regresamos y nos la llevamos en una bandeja a nuestra mesa, sin olvidarnos de llevar alguna que otra botella de Sidra Segundo, la de la casa.
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